Ya les he dicho
muchas veces que mi McCowen es más maja que las pesetas rubias, pero la verdad
es que no tiene ni fajolera idea de cómo conseguir bombas en el mercado negro.
Es lo que tienen los endocrinos, fantásticos en lo suyo, pero como un pulpo en
un garaje cuando los llevas al Rastro. Ayer estuve con Andrea, la educadora de
la unidad de UCSD- Health y de bombas nasti de plasti, pero de tonalidades
rojizas y narices protuberantes un rato largo. Les cuento.
Andrea es una
chica jovencita que llegó a la consulta con una sonrisa en los labios, parloteando
desde antes de abrir la puerta y que parecía que iba de tripi. Lo primero que
me dije en los adentros fue: “ay que fatiga esta mujer, tómate una tila, o un lexatín o un algo, que hoy no puedo con tanta alegría…” Y después del charloteo
sobre los ocho pacientes que tiene con Loop me preguntó cómo podía ayudarme.
Yo, ni corta ni perezosa y roja como un tomate de vergüenza, le pedí la bomba
compatible. Se me trabucaba la lengua. Ella me dijo que tiene bombas, pero
ninguna compatible con Loop u OpenAPS (ya me parecía a mí demasiado bonito
cuando la McCowen me dijo que seguro que tenía alguna). Además, parece que
también hay un médico y una enfermera usuarios de Loop en la consulta, así que
como sabe todo el mundo, yo me convierto en la última prioridad. Sí me ofreció
contactar con pacientes no interesados en loopear, que han cambiado de bomba
recientemente y decirles que yo estaba interesada en comprarles sus bombas
antiguas. Yo se lo agradezco en el alma. Ya veremos en qué queda eso. Los tengo al tanto, ni lo duden.
También hablamos
de Affreza. No pasé el test pulmonar con resultados abrumadores, pero parece
que tengo capacidad para enfrentarme a esa insulina. Ella, sin saber nada de mi
historial asmático, añadió como de pasada “hasta con asmáticos han hecho
pruebas y parece que no les va mal”. Cuando dijo eso, a mí empezó a latirme el
corazón y a crecerme la nariz. En ningún momento me han preguntado si tengo
asma, pero sí es cierto que yo tampoco lo he contado. Les doy mi palabra que
sólo voy a usar Affreza cuando no esté tosiendo, en ocasiones especiales, con
juicio (si es que tengo alguno) y con mil ojos. Yo soy mujer con palabra, de
modo que esto cuenta. Ahora me queda hacer el papeleo de mi seguro médico para
que la aprueben. Eso no es moco de pavo porque aunque tengo el seguro delux,
siempre me lo niegan todo y tengo que hacer los “pre-approvals” y pedir las
cartas de necesidad médica. Cuando la tenga en mis manos les cuento más,
tiempos de funcionamiento (5-20-90), modo de tomarse, dosis y manejos…. Ayer
empecé con mi tos del otoño, así que no sé cuándo podré probarla, la verdad.
Otra cosa que
hablamos fue de acetona. Ahí fui yo la listilla. Este verano, recibí una
lección de acetona de mi amiga Montse. La lección fue por casualidad, mientras
almorzábamos tan contentas en un VIPS. Ella es loopera y enfermera de unidad de
diabetes de La Paz, en Madrid. A mí nunca me habían enseñado a medir la acetona
en medidor con sangre y aproveché el almuerzo para hacer la consulta, la típica
amiga abusona. Esa es una de las cosas que se me habían colado por las grietas
del muro de los años de diabetes, pero para eso están las educadoras de La Paz
que en tres minutos la ponen a una en orden. Ella me habló de cifras, de cuánta
insulina añadir según las cifras, de cómo manejar cada número e incluso me dio
una tablita para llevar siempre en el móvil. Yo se la voy a poner aquí en
cuanto la encuentre porque creo que está en mi móvil vacacional.
Esta es la tablita que me pasó Montse, una de mis educadoras adoptadas de La Paz. Ya la tengo metida en mi móvil americano por si las moscas.
Pues cuando le
pregunté a Andrea qué protocolo tenían ellos, ella no tenía ni fruta idea. No
era capaz de hablarme de las medidas que me daría la máquina, ni en qué punto
yo debía ir al hospital. Creo que la pillé desprevenida, con los cables cruzados y me dio la impresión
de que aquí quizás no manejen tanto estas cosas. A saber… Yo, prudentemente le
dije que tenía esta tablita y que si quería podía mandársela. Empezó diciéndome
que no y llamó al representante de la casa que comercializa estas máquinas (¡santo
cielo!). Terminó por decirme que casi le mandara la tablita de Montse (la de La
Paz) para echarle ella un vistazo. Les cuento que la última vez que me asusté
por peligro de cetoacidosis fue cuando me operaron el hombro el año pasado. Pasé mucho tiempo en hiperglucemia y aunque
las tiras de orina daban negativas a acetona, yo sentía náuseas y me encontraba
fatal. Me fui al hospital; bueno me llevó Bra como quien lleva un paquete. Antes
de eso hacía siglos que yo no tenía un susto por hiperglucemia. Es verdad que
no anticipo ningún problema similar en el futuro próximo, pero más vale estar
preparada si llega el momento, y resolverlo de la mejor manera posible. Y si
hay que ir al hospital, se va; y si hay que sacar la tablita, se saca; y si
tengo que usar Affreza, me la hinco; y si hay que pedir bomba compatible, pues
la pido … aunque me ponga roja y me crezca la nariz. Y punto pelota.