Wednesday, February 7, 2018

Post 46. Repartiendo amor... y Fiasp

¿Recuerdan mi filosofía en cuanto al dinero y la diabetes? Si hay un porcentaje pequeño de mejora en calidad de vida, merece la pena, aunque se pierda el dinero. Ya saben que rica no soy, pero que estoy dispuesta a invertir en cualquier cosa que suponga una mejora en mi vida, porque la mejora en mi vida supone la mejora en la vida de mis hijos, y los cachorritos de una acaban por significar la vida entera. ¿No les parece? Pues por eso me decidí a comprar Fiasp en Canadá hace cuatro o cinco meses ya, y por su puesto, no quiero pasar sin ello ahora que ya lo he probado. El lunes de la semana pasada abrí la última caja y me propuse hacer un nuevo envío que me cubriera al menos cuatro meses más en vista de lo que tardaba en llegar la insulina a los Estados Unidos. Para el martes por la noche ya había hecho el encargo y pagado los 150$ de turno. Cual fue mi sorpresa cuando el jueves empecé a leer en el grupo de Looped, que algunos americanos la estaban comprando ya aquí. Mierda frita, y yo acababa de gastarme 150 pavos en un segundo envío. Intenté cancelar el envío, pero ya había salido de la farmacia canadiense, así que asumí la pérdida y me recordé lo feliz que me estaba haciendo la novedad.

 El lunes de esta semana le mandé un email a la McCowen (Santa McCowen de mis amores) para que me hiciera una receta y ella, siempre parca en palabras, me respondió a la hora; "receta enviada, dos botellas al mes, 11 meses de receta cubiertos". En la última visita a la McCowen me dijo que era su paciente favorita. Menos mal, porque podría haberme dicho todo lo contrario y hubiera sido de entender: la paciente que hace lo que le sale del mismo moño. Aunque eso no es totalmente verdad, yo la escucho, la consulto y le doy el crédito que tiene. Yo sé que hacer equipo con el endocrino es vital y he tenido endocrinos en mi vida que me han cambiado la existencia. Miren lo que supuso para mí conocer a la Jovanovic. Cuando estaba embarazada, el perinatólogo de mi pueblo estaba empeñado en que con mis años de diabetes yo debía dar a luz en la semana 37 de gestación. Todo era un protocolo que él seguía del año de la polca. La Jovanovich me lo dijo claro: por diabetes no ha de ser, tú estás controladísima y no tienes complicaciones, no tienes por qué presentarte en la cita de la cesárea. Y no lo hice. Mi hija nació cuando el cuerpo le pidió nacer.  Ese es sólo un detalle, la señora era un torbellino y siempre estaba pariendo las ideas más atractivas sobre diabetes e investigación. Yo me hubiera muerto por ser su residente y escuchar todo lo que tenía que enseñar.

 Volviendo a la McCowen, después de declararme su amor eterno de paciente favorita, yo le declaré el mío y le dije que ella era también mi médico favorita. No era verdad del todo, pero tampoco mentira. Me fui de la consulta tan contenta y hoy lo estoy más porque acabo de recibir un mensaje de la farmacia diciendo que mi insulina ya está lista para recoger. Ahora  no sé qué voy a hacer con tanta insulina, aunque ya he apalabrado varias muestras con mi grupo de wassup a la espera de que llegue a España. Quién sabe, igual llego yo antes y puedo esparcir mi amor, o mi insulina.

Supongo que ya están todos enterados de la reunión que vamos a tener en Sbadell este verano. Mercedes Rigla quería hacer la jornada en marzo, pero yo sólo podía viajar durante las vacaciones de semana santa y tampoco era plan montarlo cuando se va todo el mundo de Barcelona.  Decidimos por fin dejarlo para junio. Ella quiere que yo hable de lo que se consigue con ilusión y trabajo y yo me pongo roja como un tomate solo de pensarlo. Trabajo en realidad es el de montar el cacharreo solo, porque ahora la diabetes ocupa mucho menos trabajo y tiempo en mi vida. Ya se encarga el páncreas de pensar en las glucemias y a mí me deja las horas para diferentes hobbies: escribir un blog, cuidar los jazmines que he plantado en el jardín, pasarme la tarde culebreando en el parque con las otras madres y leer en la hamaca que recibí por mi cumpleaños. Ay la vida con un PA artificial, qué satisfacción, qué libertad, qué descanso, qué DESCANSO, que felicidad... Eso voy a contarles el día 16, pero con más palabrejas supongo, y pondré el mejor gracejo natural del que soy capaz... como siempre... repartiendo amor.

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