Tuesday, December 4, 2018

Post 52.Y esta entrada navideña la escribo obsesionada, enajenada y sin sentido ninguno


Les advierto, antes de leer, que hoy no les digo nada importante, sólo les vomito aquí un montonazo de palabrotas sin sentido ninguno, porque hoy he perdido la razón, estoy enajenada y obsesionada. El resto, bajo su propia responsabilidad. ¡Supermán, chorizo con pan...!

Punto número 1: A Santa Claus habría que ponerlo a dieta, porque el menda tiene un barrigón que si no lo han diagnosticado ya, poco le falta. Mi hija dice que este año le vamos a poner fruta en vez de galletas y mi hijo añade que al señor Claus le vendría bien formar parte de su equipo de fútbol: los Mustangs de Cárdiff. Qué razón tienen los dos. Todavía me acuerdo de cuando Castorino me contó en consulta que empezaban a verse casos híbridos a medio camino entre la uno y la dos. No sé si lo digo bien, ella me decía que estaban viendo más y más casos de diabetes tipo uno desarrollando resistencias a la insulina propias de la tipo dos. Vaya lío, chaval. Yo llevo tres meses sin hacer nasti de palsti de ejercicio… como para preocuparse ya, créanme. En mi familia son todos deportistas, mis padres, mis hermanos, el Bra y mis hijos, y yo en los últimos años he sido bastante activa, pese a pequeños altibajos. Hoy he corrido cinco kilómetros, vuelta a empezar y no les digo más. Ya ven que aquí empieza la enajenación del post: 189 palabras y no he dicho nada de nada todavía.
Mi diabetes, por mucho que me rebele, reacciona fantásticamente a los tres componentes básicos... más uno; a) medicación y visitas a mis médicos; b) nutrición; c) ejercicio; y ahora también, c) tecnología (el más uno). Cuando los tengo todos bajo control, la vida es bella y marcha bien. Ahora mismo estoy metida en medicaciones y visitas a mis médicos. Mi ginecóloga me ha diagnosticado con un desequilibrio hormonal… váyase usted a saber. Me ha recetado la píldora ¡válgame Dios! y se ha quedado tan a gusto. Yo también me he quedado así, la verdad, y ahora cada noche me trago, con mi botella de agua, la melatonina, el lexapro, la píldora de la alergia y la píldora de las hormonas. Soy una pastillera en toda la regla (de regla va el asunto, ya ven que al final acabamos por encontrarnos), de aquí al “polígano” un trecho, como del dicho al hecho. ¿Enajenación, decíamos?

Otro de mis puntos de salud es mi ojo. ¿Recuerdan la historia del ojo? Pues volví al retinólogo y me dijo que no había tutía, que el edema macular seguía su curso y había que tratarlo. Va a pincharme la medicación anti-VEGF (así creo que se llama). Top of the line según Mozayan. Yo le pregunté tímidamente cuánto dolía eso y él me dijo que nada, así que me he quedado más tranquila. También me han dicho mis estudiantes, a cuyas abuelas se lo han hecho, que el procedimiento es indoloro (imaginen mi clase hablando del asunto, la terapia de grupo perfecta). Al médico también le dije que tendría que ponerme la inyección ocular con una mano, porque la otra tendría que dármela a mí, la cagueta number one. Al Bra, que tiene experiencia desmayándose en momentos de trauma médico le he prohibido que venga, así que alguien tiene que encargarse de calmar la ansiedad de la paciente y si no hay ayudante o enfermera, sólo me queda el Dr. Mozayan para eso. Yo por mi parte ya he visionado al perro lazarillo perfecto que adoptaré en el futuro, se llamará Canelo y será un perruzo con tres patas, pequeñajo pero sin patada (odio a los "perros-patá"); leal, maloliente y de los que se quieren con el alma. Lo llevaré al lado izquierdo para cubrir lo que no vea mi maldito ojo enfermo.

Del ejercicio ya les he hablado y saben, si leen mi rollo bloguero, que lo practico como puedo. De nutrición sin embargo, les he hablado sólo un poquito. Yo sé que este es un tema medio polémico en España: ¿hidratos sí o hidratos no en diabetes? Pues yo no tengo la respuesta, pero sí les cuento que yo tengo a los hidratos mirados con lupa. Intento comer poquitos, porque lo cierto es que cuanto más hidratos zampo, más difícil me resulta manejar la insulina que me pongo, más ocasión de error tengo y más desequilibrio en mis curvas aparecen. Los hidratos que como, los elijo con lupa y los reservo para frutas, verduras y legumbres. Como lentejas cada domingo, aunque a mis hijos les toca las narices lo de “otra vez lentejas”. Las preparo con poca grasa, normalmente con pollo, y verduras con poca carga de hidrato (coliflor, cebolla, tomate, brócoli, etc.) A mí me saben a gloria, y al Bra también y sospecho que a mis hijos, pese a las quejas, les gustan también. Y si no, ya saben “hay lentejas, si quieres las comes y si no las dejas”.
Del componente “más uno” ya les he hablado mucho, mi páncreas, mi bendito páncreas y mi bendita obsesión por él. Recientemente leía a este señor ... -¿cómo se llama? no me acuerdo- que nos llamaba obsesivos a nosotros, los que montamos nuestro páncreas artificial. Y yo pensé, -pues tiene razón-, yo estoy obsesionada, y lo estoy desde el día uno en que lo monté, porque no concibo que esto lo tengamos solo 40 personas en España, que no esté al alcance de todos. Porque mi vida ha mejorado en un 200%, y porque mi salud, mi tranquilidad y mi felicidad ahora son mucho mayores. Porque cuando lo monté un 22 de octubre, sentí que tenía que contarle al mundo lo que estaba viviendo. Porque la diabetes duele, y el páncreas mitiga el dolor. Porque mi ojo ha tardado 38 años en explotar, y sé que si hubiera tenido mi páncreas hace 38, tardaría 40 más en decir esta-boca-es-mía. Y el jueves próximo me lo pincharán y yo seguiré tranquila confiando en mi algoritmo mágico. Y yo estoy obsesionada. Y mañana corro otra vez, y el domingo hay lentejas y a Santa Claus  le pongo una manzana y tres fresas. Obsesionada, enajenada, obsesionada, sí, obsesionada.

No comments:

Post a Comment