Tuesday, April 25, 2017

Post 33. Mutilada y de concierto

¿Conocen la canción de los Pixies "Wave of mutilation" (ola de mutilación)? La entrada de hoy va de eso: de los Pixies y de mutilaciones. Les cuento...
Esta semana es el cumple del Bra y yo, tonta de mí, le pregunté si quería hacer algo especial. Lo primero que me dijo fue que sesión de surf familiar al alba, a lo que yo me negué. Eso me pasa por preguntar. Lo segundo que solicitó fue asistir al concierto de los Pixies en San Diego el sábado pasado. Para eso ya no tenía excusa.
Pues el sábado vinieron mis suegros a casa y si quedaron con mis hijos. Yo reservé una habitación en un hotel en San Diego ciudad para el sábado y nos fuimos para allá tempranito para echarnos una siesta antes del concierto. Previsora de glucemias, decidí hacer una comida ligerita, para poder llegar al concierto por la tarde en condiciones y bailarme todos los temas.
Rollos de verdura, sushi de pescado (5 grms de hidratos por pieza le calculé) y una rodaja de sandía. Compartido todo con el Bra.
La siesta fue de lo más relajante pero tuvo consecuencias. En una vuelta me arranqué el sensor y me lo encontré pegado a la cara cuando me desperté. Lo primero que pensé cuando me medio- desperté fue: "¿será posible que me haya puesto el sensor en la mejilla en esta última ocasión?" No era eso, era bastante peor, porque no me había traído el glucómetro, ni sensor extra por si acaso. Y cualquiera pensaría, "¿cómo esta descerebrada se va de concierto sin plan B y C?" Pues no sé qué responder a eso, el caso es que yo me hago la misma pregunta. Tenía repuestos de todo lo demás, pilas, cables, insulina, etc. pero sensor no. Y glucómetro tampoco. Me sentí mutilada pues había perdido una parte esencial de mi cuerpo, justo como en la canción de los Pixies, pero sin olas.
Mi pueblo, Encinitas, está a 45 minutos de San Diego más o menos, y Bra y yo nos planteamos volver allí para poner otro sensor. Pegarte una noche de bailes sin sensor ni glucómetro asusta un poco cuando una está acostumbrada a irse a la cama con el sol sin más ejercicio en el cuerpo que subir las escaleras de su casa. Además, estar sin sensor supone estar sin páncreas artificial y esto, la verdad, es una jodienda con todas las letras.
Si les digo la verdad, tenía un disgusto que se me saltaban las lágrimas, porque sentía que la Diabetes me estaba robando mi tarde de "cita" con el Bra y me iba a arruinar los planes estelares que teníamos para el día. En un momento de lucidez se me ocurrió buscar una farmacia cercana. Alguna vez en el pasado he necesitado comprar un glucómetro de emergencia y sé que en las farmacias te los venden sin receta ni preguntas. No tener sensor, es todavía estar sin páncreas, pero al menos, no tendría que volverme hasta Encinitas y podría  controlar mi Diabetes por la cuenta de la vieja como había hecho toda mi vida.
En un CVS (farmacia) a cinco minutos de nuestro hotel compré un glucómetro y una caja de 50 tiras. El glucómetro venía además con un pinchador y lancetas dentro. Gasté un total de unos 35 dólares por todo, pero me quedé tranquila. Podría hacer un control antes de la cena, antes del concierto, durante el concierto y por la noche y así sabría dónde anadaba aunque no tuviera las alarmas y tendencias. De todas formas decidí tomarme la tarde con tranquilidad, comer poco, no beber nada y estar sentadita en la grada durante el concierto.
Aquí están mis compras: el glucómetro, las tiras, dos botes de glucosa en líquido y un tapaojos para dormir sin que el sol me molestara (también me había dejado el mío en casa).

El problema es que esas decisiones no son tan fáciles de poner en práctica cuando una se ha quedado tranquila y está en plan "exaltación de la amistad" con el del cumpleaños. Salimos a cenar y me hinqué dos vinos, y un platazo de nachos para el que puse demasiada insulina. Llegué al parking del concierto y allí sólo se podía pagar en efectivo. Como ninguno de los dos teníamos cash, dejé al Bra plantado en el coche y salí como un petardo al cajero más cercano al que llegué corriendo. Volví corriendo también con los 15 dólares reglamentarios y para el momento en que aparcamos y me sentí algo mareada, ya estaba en 59. Corregí con 15 gramos de glucosa líquida, esperé 5 minutos y empezamos el trayecto andando al estadio. El Bra me debió de ver pálida porque a medio camino, me hizo sentarme y volver a analizar. Esta vez estaba en 44. Volví a corregir y esperé hasta sentirme un poco mejor y llegar a 73. Entonces reinicié el camino.


Ay esos malditos nachos y las copichuelas que nos bebimos el Bra y yo...

En el estadio, Bra y yo teníamos asientos de grada pero los Pixies abrieron con "Here comes your man" y a mí me entró la felicidad inmediata, me puse a bailar en el minuto uno. Reduje mis basales un 40% durante la primera  media hora y luego un 30% durante la segunda media hora. A mitad de concierto estaba en 160, así que bailé con más ganas y puse las basales en sus números normales.
La noche estuvo tranquila. No tan perfecta como con el páncreas conectado, pero me mantuve entre 120 y 155 más o menos estable. Lo incómodo fue tener que estar haciéndome análisis de sangre continuos para ver cómo andaba constantemente. La verdad es que creo que me he convertido en una esclava de mi tecnología. Me hace la vida tan fácil que sólo pensar en volver a los métodos del Pleistoceno me pone los pelos de punta. Después de esta experiencia, creo que me voy a hacer una lista que voy a guardar en el ordenador, para sacarla e imprimirla antes de cada viaje. Voy a ir tachando según vaya metiendo cosas en la bolsa para no dejarme nada por traer. Les confieso que no es ésta la primera vez en que me dejo algo importante antes de un viaje, he sudado de preocupación en otras ocasiones (como cuando me dejé TODASSSSS mis insulinas en la nevera de mi casa de Santa Barbara cuando me mudé a  San Diego y tenía que salir de viaje en cuatro días para Madrid. Uff qué agobio). Cuanto más escribo más claro lo tengo, la próxima entrada va a ser mi lista de viaje, y así, puedo volver a ello cada vez que salga de vacaciones o de fin de semana de concierto y no sentirme mutilada por haber perdido una parte de mí, en este caso, mi páncreas.

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