Friday, December 16, 2016

Post 22. ¡A Hawaiiiii!

Yo he tenido la suerte de casarme con un hawaiano, conocido en mi casa como el Bra. Mañana a primera horita de la mañana nos vamos a ver a la familia paterna a la isla de Oahu, en el medio del Pacífico y con un clima estupendo en la mitad de diciembre. ¿Y por qué les cuento esto? Pues porque no sé ni por dónde empezar a hacer mi maleta (me refiero a mi maleta-diabética). Llevo dándole vueltas al asunto ya unos días y todavía no he tomado una decisión.
En primer lugar, no sé qué bomba o sistema llevar conmigo. Por un lado las noches de sueño del Loop y el buen control de los días me decantan por la de Medtronic y todo el armatoste: el RileyLink, y el teléfono. Por otro lado, la comodidad de andar sin cables y con bomba sumergible me hacen pensar en la Ominipod. Mis suegros viven al lado de la playa y tienen una piscina de infarto en su jardín, con lo que uno se pasa allí los días siempre mojado por una razón u otra. Como no me decido, he optado por llevarme los dos sistemas con todos sus repuestos... y ya veremos qué hacemos allí.
En un principio pensé en usar la Ominipod por el día, suspenderla por la noche y engancharme al Loop entonces. Tengo miedo sin embargo a que se me vaya el santo al cielo y se pongan las dos en marcha al mismo tiempo. Ahí sí que se podría liar una buena  y a mi marido le conocen en todo el pueblo de Kailua; no querría que sus compañeros de instituto y ahora bomberos tuvieran que resucitarme. Quizás lo que haga es mantener el Loop para ocasiones de baños cortos; en la playa de cerca de la casa, en la pisci, etc; y si decido ir a pasar todo el día fuera, o ir a hacer snórquel con los niños a Hanauma Bay, pues entonces me calzaré un pod de la Omnipod que luego tiraré a la basura cuando vuelva a secano.
 Hanauma Bay

Otra preocupación que tengo es explicar el RileyLink en los controles de seguridad del aeropuerto. Siempre siento que con mi acento al hablar inglés y con mi pinta de no ser lugareña (a pesar de llevar casi 15 años viviendo en los EE.UU.) yo soy sospechosa por naturaleza. Y si añadimos todo lo que llevo en el bolso, mucho más. Imaginen la estampa navideña de mi equipaje: las dos bombas, los recambios, la insulina en botella, las plumas de insulina (Levemir y Novolog) que llevo por si fallan las bombas, las agujas de las plumas, el glucagón, un par de jeringas por si las moscas, los geles de glucosa, los sensores de respuesto, el Rileylink (con su batería de litio que me tiene cagatum), etc. Miren que he cruzado el mundo de esta guisa en muchas ocasiones y todavía me pongo nerviosa por tener que dar explicaciones.
La verdad es que nunca me han molestado por esto. Sólo una vez, en Barajas, un policía me puso problemas por querer pasar sin poner la bomba en el escáner. Yo, no sé por qué, me puse cabezota, y él también. Le saqué mi carta del médico toda chula y él me dijo que él no hablaba inglés. Ahí fue cuando yo me dije a mí misma, "pero tú qué quieres, Elena, ¿irte a Marruecos de vacaciones con el Bra, o quedarte aquí a pegarte con este policía que no habla inglés?" Me cuadré, me disculpé, me tragué el orgullo y pasé la bomba por el escáner. Me fui a Marruecos tan campante.
Y mañana vamos a ver qué pasa. Tengo una peluca rubia en el armario, me pondré unas gafas de sol y pretenderé ser una turista del medio oeste estadounidense que viaja a Waikiki, a lo mejor así, no me molesta nadie con el equipaje de infarto que lleva la turista madrileña.


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