Thursday, November 10, 2016

Post 10. Como una se libera con un pincho verde

Siempre digo que dependo de:
1. Mi conexión a la bomba de insulina y todos sus repuestos.
2. Tener insulina cerca en buen estado.
3. Tener pilas disponibles.
4. Mi teléfono cargado.
5. Mi CGM cargado.
6. La Raspberry Pi.
7. La batería de la Raspberry Pi.
8. Un cargamento de caramelitos, zumos y geles de glucosa por si las flys.

Y aun así, ahora que tengo toda esta dependencia, me siento más libre que nunca.
En un principio el openaps limitó mi libertad bastante. La verdad es que yo ya tenía un sistema magnífico con mi bomba antes de la llegada del páncreas a mi vida. Llevo mi bomba encima siempre y sé como protegerla de golpes, lluvia, calor, etc. Mi ir y venir no está limitado y he aprendido a vivir bajo las restricciones de movimiento del CGM también. Todos los beneficios de la bomba y el CGM son los que me han hecho tan libre porque ahora me permiten hacer lo que me de la real gana sin tener que preocuparme por mis glucemias. Un desliz ya no supone un día entero de re-ajustes, así que me paso la mitad del día deslizándome (bueno, bajo ciertos cuidados, que luego me pasa lo del otro día con la French-toast y las paso canutas).
El pincho verde ha sido otra de las revoluciones tecnológicas en mi vida. Ya os conté en otro post que sirve para conectar con la bomba, igual que el pincho de Medtronic, pero con una eficacia cien veces mayor. Nunca me falla. Llevo tres días con él y ya me lo quiero tatuar en el pecho "Amor de pincho verde".
En realidad el pincho este tiene un nombre oficial, o varios. Casi soy incapaz de pronunciarlo: mmeowlink. No sé si explico esto bien del todo, entiéndanme, aquí la menda-lerenda hace lo que puede con la cuestión teconológica. El caso es que mi gemelo pancreático ha creado este asunto para otra cosa, que al final se puede usar para esto también y está todo quisqui que openasapea venga a darle al pincho verde... si es que me explico con una facilidad que espanta.
En fin, instalar el pincho-verde no fue cosa fácil. Tuve a mi gemelo desde el otro lado del mundo pasando la tarde de viernes conmigo, entrando a mi ordenador desde Madrid para ayudarme a dejarlo todo impoluto. ¿Saben ustedes que el condenado pincho puede cambiar de nombre si no se le da un nombre específico en el sistema? Menudo crápula, todo para hacer las cosas más complicadas. Y por cierto, ésta es una de las cosas que se advierte en uno de esos "por-ciertos" que les contaba anteriormente. Un por-cierto que llega cuatro pasos después de haber empezado y que le toca a uno los winchis a dos manos. La verdad es que no sé si sería capaz de repetir esta configuración yo sola. Todo pasó mientras yo charlaba sobre ya no me acuerdo bien qué, el gemelo tecleaba y mis hijos se peleaban. Ni lo grabé, ni lo anoté, ni nada.
También les confieso que yo no daba un duro por el pincho. Me sentía incapaz de ponerlo en marcha e intuía que no me funcionaría. Yo soy de esas personas a quien nunca le funcionan las cosas. De las que levanta la mano una y otra vez en el aula de informática cuando entrenan a los profes. La chica tipo "a mí no me sale eso".
Mi pincho es suaviiitttooooo, verdeciiitttooo, chiquirriquitín y magnífico. Este pinchi sí que me ha hecho libre, esa es la verdadera revolución del openaps, lo que lo hace realmente efectivo, lo que te da la vidilla y el movimiento.  Ya estoy cubierta y requete-cubierta. Los malotes de Madrid se tatúan "Amor de madre" en el corazón; yo, ya lo saben: "Amor de pincho verde". Forever, la más macarra del barrio.
                          ¿Lo ven ahí enganchado a la Raspberry negrita? Ese es mi pinchi.

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